Desde siempre me había gustado dibujar e ir de viaje con una libreta para tomar apuntes de dibujo. Durante la adolescencia sabía que quería dedicarme a algo relacionado con el arte, por eso hice el bachillerato artístico y después un grado superior de gráfica publicitaria en la Escola d’Art de Vic. Vic. Como que el diseño gráfico quiere mucho ordenador, siempre he dado clases de pintura (óleo y acuarela), porque echaba de menos el lápiz, los pinceles y mancharme de pintura. Además, junto a Carles he aprendido muy bien la técnica de la serigrafía.
También me gusta el teatro, he formado parte de varios grupos desde los nueve años, e intento ir a ver todo tipo de espectáculos en directo siempre que puedo. Otra afición que conservo de la niñez es leer: siempre miro de tener un libro empezado y me gusta leer unas cuantas páginas antes de ir a dormir. De más grande, me he interesado por la música y canto en un grupo de góspel.
Cuando era pequeño y me pedían qué quería ser de grande, siempre decía que quería ser pintor de cuadros. La maestra, pero, me convenció de que no me podría ganar la vida. Por eso decidí estudiar un grado mediano de diseño gráfico, pero llegué tarde a la inscripción y me tuve que inscribir al bachillerato artístico en la Escola d’Art de Vic, donde también hice gráfica publicitaria. Posteriormente, cursé un posgrado de ilustración creativa en la escuela Eina de Barcelona, que supuso un punto de inflexión en la hora de entender el diseño y la creatividad. A partir de aquí, Kiwe Studio emprendió el cambio hacia el estudio creativo que somos actualmente.
Vengo de una familia de artistas marciales, por eso mi estilo tiene influencia de la cultura oriental, que puede ser incluso una filosofía de vida. Combino el trabajo en el estudio con impartir clases de kárate y jiu jitsu, y me gusta cuidar bonsáis. He formado parte de varios proyectos musicales como batería y he estudiado cerámica en la Escola d’Art de Vic.